EL PUENTE DE TRIANA

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Es curioso que habiendo pasado por nuestra ciudad a lo largo de la historia pueblos como fenicios, romanos, cartagineses, etc… no fuese hasta el año 1171, cuando los almohades con Abu Yacub Yusuf como sultán de Sevilla, mandó construir un puente entre Sevilla y Triana. En este caso era un puente de barcas, que consistía en trece barcas amarradas con cadenas sobre las que se apoyaban fuertes tablones de maderas y solo necesitó un 36 días para ello.

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Decir también que el primer puente estable sobre el Guadalquivir desde su nacimiento hasta Sanlúcar de Barrameda fue el de Córdoba en la época romana del siglo I. Y …¿Sabéis cuál fue el segundo? Pues el puente de Triana. Sí, sí, como lo oyen y no fue hasta el siglo XIX.

Para seguir el proceso histórico de este punto del Guadalquivir que une Sevilla y Triana, hay que remontarse al siglo XIII cuando Fernando III tomó Sevilla en 1248, ya que al hacerse con este punto estratégico donde Sevilla recibía el abastecimiento de la ciudad y al estar 15 meses sin alimentación, los almohades entregaron la ciudad a Fernando III. Pero el puente de barcas, permaneció ahí cerca de ocho siglos más sin que nadie hiciera uno estable. Tuvieron que pasar 773 años para que por fin se decidiera construir un puente sólido en ese lugar. Hubo varios intentos en los siglos XV, XVI y XVII pero no cuajaron ninguno.

En 1824 con José Manuel de Arjona como Asistente (cargo similar al de alcalde) y gracias a una Real Orden, se favoreció la construcción de un puente fijo en la ciudad de Sevilla. Desde ese momento se sucederían varios proyectos que desembocarían en el actual Puente de Isabel II o puente de Triana. Uno de los primeros proyectos sería realizado por Silvestre Pérez.

A este Proyecto le sucedieron varios: Bellevue (1827), otros dos de José Agustín de Larramendi (un puente de hierro y otro colgante) ,otro de piedra, presupuestado en 4.877.036 reales de vellón (7.327€) y otro de Pedro Miranda (1833). No sería hasta 1844 cuando los ingenieros franceses Fernando Bernadet y Gustavo Steinacher
presentarían tres propuestas: un puente de piedra, uno colgado de alambres y un tercero de hierro colado con dos pilastras centrales.

De los tres proyectos presentados por Bernadet y Steinacher, fue el tercero el que convenciera al ayuntamiento. Un puente de hierro colado con dos pilastras centrales. En su elección se valoró la belleza del diseño, así como la experiencia existente de esas características con el puente del carrusel de París. La construcción tuvo un presupuesto de 12 millones de reales, el equivalente de 18.000€. Para ayudar a sufragar este gasto, se implantó un pontazgo (impuesto por cruzar el puente).

Una vez terminado todo el proceso burocrático, y aceptados estos dos ingenieros, los responsables de su construcción, se pone la primera piedra por la parte de Sevilla el 13 de diciembre de 1.845. Como toda obra importante sufre diversos contratiempos. Uno fue una gran riada que dio al traste lo poco construido hasta entonces. Se recupera lo perdido y siguen las obras. La construcción del puente estaba planificada para una duración de 3 años, sin embargo, su construcción no se encontró exenta de problemas. Durante 1846 Bernadet abandonó el proyecto, dejando como único gestor a Steinacher. En 1848 solicitó una prórroga para construcción, aunque durante ese mismo año tuvo problemas con la financiación del puente, llegando a paralizarse la construcción. Este hecho provocó que el contrato de construcción le fuera retirado en enero de 1849.

No sería hasta 1851 cuando el ingeniero Canuto Corroza se hiciera cargo de la construcción, finalizándose a comienzos de 1852.

El puente de Triana fue un puente moderno, fijo de piedras, a través de tres arcos reverenciales de hierro fundido, reforzados y adornados al mismo tiempo con una serie de arcos tangenciales colocados de mayor a menor, siguiendo el modelo “Polonceau” del Carrrrusel sobre el río Sena de París (hoy desaparecido). La fundición de las 28.327 piezas de hierro que necesitó el puente se hizo en los talleres San Antonio propiedad de Narciso Bonaplata.

El día 28 de febrero de 1.852 todo estaba preparado para hacerle al puente las pruebas de resistencias y como entonces los medios lógicamente eran otros, fíjense las formas de hacer dichas pruebas. Primero se colocaron lingotes de plomo hasta alcanzar 250.000 kilos repartidos en diferentes puntos manteniéndolos 24 horas. El siguiente paso fue circular 30 carros tirados cada uno de tres mulas y cargados cada uno con 4.000 kilos. En primer lugar, a un paso normal, luego de tres en tres, de cuatro de frente y por último con el ganado a trote.

Como el puente ni se enteró, un mes después, el 23 de febrero de 1.852 a las doce del día, se procedió a la ceremonia de bendición por el arzobispo Judas José Romo Gamboa inaugurándolo y bautizándolo con el nombre de Isabel II, dado que era la reina de España en ese momento. Después de desfilar las tropas que estaban formadas, se abrió al público asistente y ahí lo tenemos tal como nos lo entregaron. Aunque ha sufrido varias reformas desde entonces, se ha mantenido el diseño primitivo y nosotros tenemos el deber de cuidarlo ya que forma parte de nuestra historia de Sevilla.

La longitud total del puente de Triana es de 154,50 metros, con un ancho de 15,9 metros y una altura máxima de 12 metros hasta rasante. La importancia del puente de Triana radica en que es el puente de hierro fundido más antiguos de España y fue declarado Monumento Histórico Nacional el 13 de abril de 1976.

Para completar la belleza del puente, en el año 1.924, nuestro ayuntamiento con su alcalde al frente D. Agustín Vázquez Armero, encarga al arquitecto Aníbal González una capilla a la entrada del puente desde la plaza del Altozano. Cuando vio el espacio que tenía para su construcción, se rascó la cabeza y como era un gran genio de la arquitectura, una vez más, lo demostró edificando una capilla en un diminuto lugar. Las obras duraron cuatro años y en 1.928 (un año antes de la exposición Iberoamericana) fue inaugurada por el alcalde D. Nicolás Díaz Molero, el mismo que tuvo el honor de inaugurar dicha exposición de 1.929.

Construida con ladrillo limpio y cerámica trianera, conforma un pequeño pero bello monumento. Al igual que con la Plaza de España, Aníbal González colaboró en esta obra con el ceramista Emilio García García. El edificio de ladrillo visto y cerámica trianera se compone de dos cuerpos, la propia capilla y un campanario de planta octogonal que recuerdan la forma de un «mechero» de yesca por lo que se le da esa denominación popularmente. En los azulejos de la cúpula de la capilla se representa el escudo del Carmen. La capilla se remata con un templete en el que se encuentran Santa Justa y Rufina y la Giralda. La puerta de la capilla es de reja acristalada, lo que permite el culto de forma permanente. Más que una capilla es una cruz de término, un humilladero, un recuerdo religioso al paso del viandante y paro obligado del creyente que cruza Triana a Sevilla o viceversa.

Éste bello complemento, más el arte del flamenco representado por la estatua de una mujer de faralé apoyada sobre una guitarra, realizada por Jesús Gavira Alba en 1.994 y el arte del toreo representado por la estatua de Juan Belmonte, obra de Venancio Blanco en 1972, da a este espacio una representación y sentimiento del sentir de los trianeros.

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En este artículo hemos aprendido que el puente de Triana fue el segundo después que los romanos en el siglo I, lo hicieran en Córdoba.

Que después de 773 años se sustituyó el puente de barcas que mando hacer Abu Yacub en 1.171

Que los ingenieros que llevaron a cabo este famoso puente eran franceses Fernando Bernadet y Gustavo Steinacher, pero eso sí, las 28.327 piezas que necesitó el puente se hizo en Sevilla en los talleres de Narciso Bonaplata.

Que el puente de Triana es el más antiguo de España de estas características.

Que es Monumento Histórico Nacional desde 1.976

Y que, aunque su nombre oficial es el de Isabel II para nosotros es el Puente de Triana.

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